martes, 11 de febrero de 2014

Cosas bonitas de Lanzarote

Son muchos los aspectos de Lanzarote que hacen que esta isla sea única y especial. Entre ellos hay uno que a menudo me llama la atención: su variedad étnica y cultural. Es algo que, quizás, al principio puede chocar un poco. Yo llegué a la isla hace ya unos 8 años y llegué con la idea de encontrar y relacionarme sobre todo con gente del lugar, con los conejeros (es así que se llaman los habitantes originarios de la isla, los verdaderos lanzaroteños). Nada más lejos de la realidad. Lo que más puede chocar es encontrarte a uno de ellos. Aquí hay muchas comunidades y cada día hay más. Seguramente la más importante (numéricamente) es la británica y, en segundo lugar, la alemana. O esto dicen; por que no existen estadísticas oficiales y, a mi parecer, la segunda comunidad más importante numéricamente, es la comunidad marroquí. También es muy fácil encontrarse con italianos, griegos, checos, eslovacos, rumanos e hindúes y, por supuesto, la comunidad “peninsular”. Entre godos y guiris (y no quiero ofender a nadie!!!)  parece que encontrarse con un conejero sea verdaderamente un logro.
Ayer acompañé a una familia, unos amigos eslovacos, a un pueblo del sur de la isla, Femés. Tenían que ir a una reunión escolar. En Femés hay una pequeña escuela rural donde pueden apuntarse niños desde los 3 hasta los 7 años y solamente acoge hasta 16 niños por año escolar. La profesora nos comentaba que este año, de los 16 alumnos, hay 4 britanicos, un alemán y una italiana, es decir que casi la mitad de los niños son de origen extranjera… Y eso para mí es una gran suerte para los peques mismos; aprenden ya desde pequeños a formar parte de este melting pot que es Lanzarote. A mí personalmente es algo que me fascina: estar constantemente en contacto con otra cultura, aprendiendo a conocer y respetar otras costumbres, otras maneras de ver y entender las cosas que pasan a diario. Simplemente una maravilla!

Y claro, cuando luego te encuentras a un conejero, estás aún más contento. Son gente abierta, siempre dispuestos a ayudarte, a contestar a tus preguntas, a informarte de cómo funcionan las cosas aquí, de cómo moverte para solucionar tus problemitas diarios. Te hablan de sus cotumbres que, desafortunadamente, se van perdiendo poco a poco, están muy entusiasmados en ver que alguien se interesa por sus tradiciones. Son, en definitiva, gente amable, amigable, dispuesta a ayudarte. A cambio te piden simplemente que escuches sus historias, que aprendas a entender su cultura y su manera de tomarse la vida…. Porque esto sí… si en España vale la regla de “hoy no, mañana”, aquí todo parece girar en torno al lema “hoy no, pasado mañana”…. Porque en Lanzarote no puedes estresarte, no está permitido correr por las calles del centro para llegar a tu centro de trabajo o para ir a la tienda, ni siquiera hay colas para subirte al bus (o a la guagua, como le llaman aquí). Aquí debes aprender a tomarte todo con calma, relajación y mucha paciencia. Y esto es genial. Todos están más contento y siempre sonrientes. Simplemente una gran suerte vivir en una isla así.

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